Dolida queda mi alma
cuando un corazón afligido
no encuentra nunca la calma.
Y su apagada mirada eleva,
aún sabiendo que ha sufrido.
Dañado queda mi corazón
cuando alguien el dolor lleva.
Y pierde todo, hasta la razón,
por ese amor tan helado y
frío,
que al llorarlo, en su alma
nieva.
Apagada queda aquella vida
cuando la ilusión está
perdida.
Y todo en sí, es disgusto y
hastío,
quedando un fuerte dolor y
vacío,
al dejar en el alma una
herida.
(A. S. Pérez)