Oigo voces tristes que vienen del cielo.
Veo un río de sangre aparecer.
Río que rompe la tierra y sale del suelo.
Llamas infernales al amanecer.
Oigo gritar a la gente por sus males.
Veo a potentados de la lluvia huyendo.
Auténticos poderosos y viles criminales
Ácido que quema y les va corrompiendo,
.
Oigo a veces suplicarles para que alimenten,
a pueblos y personas olvidadas a su suerte.
Veo derrochar a los que jamás ni advierten,
que padecerán mil rencores tras su muerte.
Oigo lamentos que nadie parece escuchar.
Veo cruel impasibilidad de los poderosos.
Todo cambiaría si todos quisieran dar,
lo que les sobra y les haría más honrosos.
No dejéis que pasen hambre y sigan muriendo.
No los olvidéis nunca ni miréis para otro lado.
Oigo voces que dicen que morirán padeciendo
y veo a un ser mezquino en ti por todos odiado.
Oigo lamentos que irán desapareciendo.
Y si tu bondad llega, veo alegres corazones.
Almas que poco a poco te irán queriendo.
Inocentes que rogarán por ti diez mil perdones.
Európides